Una mujer bisexual se casa con un hombre y decide salir del armario en público tras las preguntas sobre su sexualidad

De bisexual a guay: mi viaje por la orientación sexual y el camino hacia la autoaceptación

Cuando era más joven, salía tanto con hombres como con mujeres y me definía como bisexual. Esta experiencia fue un viaje importante para explorarme a mí misma y comprender mi sexualidad. Sin embargo, cuando me casé con el que ahora es mi marido, la gente empezó a cuestionar mi bisexualidad. Esto me resultó confuso y frustrante porque, para mí, mi sexualidad no cambió sólo porque decidiera pasar el resto de mi vida con un hombre.

En la familia en la que crecí siempre me dijeron que era aceptable ser gay. Así que nunca me declaré oficialmente, simplemente un día llevé a mi primera novia a casa. Por supuesto, fue una sorpresa para mi familia, que sabía que de adolescente también me interesaban los chicos. Pero pronto se les pasó la sorpresa y seguí saliendo con hombres y mujeres en mi juventud.

Sin embargo, en 2014 conocí a mi marido, que aceptó inmediatamente mi identidad bisexual. Me sentía muy contenta porque podía expresar mi sexualidad manteniendo una relación cómoda. Sin embargo, cuando decidí casarme con él, la gente de fuera empezó a cuestionar mi identidad bisexual.

Recuerdo claramente la primera vez que me dijeron que no pertenecía a la comunidad de los chicos guays. Yo jugaba al rugby y eso se cruzaba con la comunidad de los chicos guays. Hace unos años, en la banda de un partido, mis compañeros de equipo intentaban adivinar quién era gay. Nunca olvidaré su reacción cuando les dije que era bisexual. Dijeron que yo no contaba porque había elegido un bando, es decir, a mi marido.

Esta reacción de la gente guay me hizo sentir que no pertenecía a la comunidad LGBTQ+. Llevé esa carga durante mucho tiempo. Cuando la gente me pregunta si todavía tengo que decirle a la gente que soy bisexual, me confundo porque estoy casada.

Entonces decidí salir del armario como una niña guay. Mi marido me ha apoyado mucho a la hora de expresar mi frescura. No me convertí en heterosexual cuando decidí casarme con él, igual que no me habría convertido en lesbiana si me hubiera casado con una mujer. La bisexualidad no es una fase, no termina cuando eliges a un compañero de vida.

Me cansé de intentar definir y defender quién me atraía y por qué. Empecé a utilizar el término "chico guay" y sentí que me representaba mejor. Bajo el paraguas de lo guay, mi sexualidad era libre de cambiar y crecer. La palabra "guay" no necesita ser explicada ni cuestionada.

Como chico guay, siento que por fin soy libre de existir. Aunque todavía me cuesta aceptar quién soy, sé que no existe eso de "no ser lo bastante raro". Entiendo por qué la gente que me rodea puede pensar que "no soy importante" porque tengo una relación heterosexual. Pero sigo siendo gay, siempre lo he sido y siempre lo seré. Esté casado o soltero, eso no cambiará. Siempre seré yo.

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