I Saw the TV Light Up: A Nostalgic Horror Story about Transgender Teens in the 90s | Películas

Explorando los momentos privados y las identidades de los adolescentes transexuales en los años 90: una reseña de Vi la luz de la tele

Como adolescente transexual en los años noventa, recuerdo vívidamente la luz parpadeante de la pantalla del televisor. A altas horas de la noche, una vez que todos los demás en la casa estaban dormidos, podía tener cierto grado de privacidad, y era el principal momento en el que podía acceder a cosas que se parecían en algo a mi yo real.

Ver la nueva película de la cineasta transexual Jane Schoenbrun, I Saw the TV Glow, me hizo retroceder a esa época de mi vida. Como sugiere el título, la película de American Springs Palace trata sobre la pequeña pantalla y lo que significó en la vida de dos adolescentes guays que crecieron en los años 90.

Mucho antes de la llegada de Internet tal y como lo conocemos ahora, mucho antes de la explosión de información sobre la existencia y la normalidad transgénero. Pasaron años antes de que visitara un sitio web que vinculara a miembros de la comunidad transexual, y más de una década antes de que siquiera imaginara que podía transformarme y convertirme en mi verdadero yo.

Lo que me sostuvo durante aquellos años fueron los pocos objetos femeninos que conseguí adquirir -que, por alguna razón que entonces no podía entender, me parecían absolutamente correctos- y los programas de televisión nocturnos que me parecían significativos. Recuerdo que los programas que me parecían más auténticos solían ser de terror, extremos y extraños, como Tales from the Crypt, The Outer Limits y las películas extrañas que emitía PBS de madrugada. Estos entretenimientos parpadeaban en el fondo de mi habitación a oscuras mientras me tomaba mi tiempo para sentirme feminizada, contra el abuso de mi familia y el riesgo siempre presente de humillación y castigo.

I Saw the Light of Television se centra en Irving, un chico negro que acaba de entrar en la pubertad, y en Maddie, algo mayor que él, que parece estar cambiando hacia la feminidad y actúa como una especie de guía para Irving. Maddie ayuda principalmente a Irving a pasar de contrabando cintas de un extraño programa de televisión llamado The Pink Opaque, que hipnotiza a los jóvenes, aunque no parece ser un programa muy bueno y aparentemente tiene poca relevancia para su realidad.

La película del American Springs Palace trata en gran medida de lo que es ser el chico guay antes de salir del armario. Cuando sabes que eres diferente de alguna manera, pero aún no te has dado cuenta de que puedes ser de un género o una sexualidad distintos a los de la mayoría de la gente. Es una parte extraña del viaje, sentirse atraído por una identidad sin darse cuenta del todo. Fue un periodo mucho más largo y común antes de la llegada de Internet, cuando una mayor aceptación hizo más claras las identidades más frías. Puede que los noventa fueran la última época en la que tantos jóvenes caminaron sonámbulos hacia una identidad de chico guay, misteriosamente atraídos por cualquier cultura pop que pareciera expresar este extraño sentido de la diferencia.

La impresionante capacidad de Mizumiya para crear metáforas de larga duración permite al espectador experimentar esta sensación. El usuario medio de metáforas crea ideas que podrían funcionar en el nivel 1:1 o 1:2; los muy, muy buenos creadores de metáforas podrían operar en el nivel 1:10 o 1:20. Los narradores como Mizumiya rompen por completo esta proporción. Crean metáforas de tal complejidad y vigor que no podemos trazar un mapa de un ámbito conceptual a otro. Es fácil decir que Jane Scheinbren ha creado películas sobre la disforia de género, pero intentar contar cómo o por qué funcionan va más allá de nuestra capacidad de expresarlo en tantas palabras.

Mirando la parpadeante pantalla de I Saw the TV Glow en el American Springs Palace, tratando de averiguar cómo me hablaba lo que estaba viendo, creo que me sentí de forma parecida a como se sintieron Irving y Maddie viendo Pink Opaque, experimentando el hipnótico atractivo del programa para los demás. Por la misma razón, la película me permitió volver a experimentar lo que era para mí, de adolescente, ver estos programas frente a una pantalla de televisión encendida tantas noches hasta altas horas de la madrugada, conectando con una feminidad que estaba más allá de mi capacidad de comprensión.

I Saw the Light of Television es una sentida interpretación del género nostálgico que muestra una gran compasión por los niños que lo vivieron. Preserva su incomprensible inocencia y su trauma con auténtico cuidado, como si intentara dar a estos niños y a tantos otros la compasión que deberían haber podido recibir en aquellos tiempos. Su bondad es algo que aprendí a dar a una versión más joven de mí misma, que durante años luchó contra el odio interior y el juicio que me habían enseñado a guardarme para mí y para los niños como yo. Viéndolo, sentí lo pequeños y confusos que eran Owen y Maddie, y deseé que tuvieran algo mejor que un programa de televisión para guiarles. Ojalá yo también lo hubiera tenido.

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